El músico inglés Martin Joseph tendría unos 30 años cuando asistió al teatro londinense The Roundhouse para ver no un concierto de jazz, sino un recital de poesía. Pablo Neruda hacía entonces sus lecturas escogidas en un reducto completamente abarrotado de gente joven.

“Fue un par de años antes de que ganara el Nobel. Su popularidad ya era enorme: no era conocido ni leído solo en círculos literarios, sino en ambientes mucho más diversos. Había traspasado las fronteras”, dice el músico, hoy de 85 años, 25 de ellos en Chile. De ese episodio surgió la composición “The mermaid”, una de las tres partes de la “Suite for Pablo Neruda”, que está en su nuevo disco, “Sin fronteras”.

En un trío de jazz contemporáneo que lleva 14 años activo, con Milton Russell (contrabajo) y Nicolás Ríos (batería), Joseph expone su mirada alrededor de la idea utópica de un mundo sin distinciones de territorio, nacionalidad, ni color de piel.

“Escribí esta música frente a la tendencia de los países europeos de cerrar sus fronteras, en tiempos de mucha xenofobia. La música es disonante, pero quiere dar un poco de esperanza”, dice.

Esa idea suya está en sintonía con la celebración que desde 2011 tiene lugar en todo el mundo cada 30 de abril. El Día Internacional del Jazz, impulsado por Herbie Hancock como embajador Unesco, ha tenido gran eco global. Músicos y audiencias se pliegan a esta fecha con actividades y conciertos en teatros, clubes y universidades. Este año, por primera vez, la celebración llega a África: en el concierto principal, que se realizará en Tánger, Marruecos, el elenco estelar de Hancock tiene a la cantante chilena Claudia Acuña.

El “sin fronteras” de Martin Joseph es un disco simbólico, que encabeza toda una nueva partida de ediciones diversas en Chile. También trabajos de chilenos fuera del país, como el baterista y compositor Pablo Sáez, quien vive en Alemania desde 2008. Está presentando su tercer disco, “Stay together”.

“Ese era un hashtag que surgió durante la pandemia. Me inspiró el apoyo que se dio entre gente que no se conocía durante la crisis. Entonces escribí música pensando en eso: instrumentos que se acompañan entre sí”, dice Sáez desde Colonia, donde su conjunto suma a esas voces que en la pandemia estaban virtualmente prohibidas, los vientos: trombón, flauta, saxofón, clarinete, trompeta y tuba.

La disolución de los límites se da igualmente en el disco “Gravity“, del saxofonista Marcelo Moncada, con más de dos décadas en Bélgica. Allí el músico experimenta con su trío, orbit, que incluye electrónica y altas dosis de improvisación. También está “trío Sur“, otro de los muchos álbumes del Bajista, Cristian Galvez, esta vez grabado en tres países y con músicos de tres nacionalidades. Junto al chileno están el guitarrista italiano Martín Díaz y el baterista argentino Quintino Cinalli. Además está el pianista Jorge Vera, que vive en Madrid desde 2009. Publicó el interesante volver a los 17, su sexto álbum, una obra para Piano solo con desarrollos de improvisación a la par de ideas establecidas. También él busca atravesar sin fronteras, regresando mentalmente desde Europa hasta Chile, donde se formó como el pianista que es.

Otro pianista es Valentino Baos, que lanzó un disco de poderoso, halla fusión como, “ Valentino baos Trio “ , una grabación realizada en el festival de Jazz de rengo, junto a Felipe Martínez (bajo eléctrico) y Félix Lecaros (batería). “Soy de Temuco y esta música se inspira en mis orígenes sureños, la naturaleza y la fusión de los ritmos latinoamericanos con el lenguaje moderno del jazz. En este quinteto, contamos con el legendario pianista Roberto ‘Toti’ Montsalve, que fue un elemento clave en el desarrollo sonoro “, dice Daniel Gazmuri, solista del bajo, tenor de cinco cuerdas, con el que anoche presentó en el club Thelonius, su segundo trabajo “raíces”. Entre esos solistas de Jazz, el bajo eléctrico, puede haber dejado atrás las cuatro cuerdas, y no solo Gazmuri es un exponente de esta versatilidad, en el denominado “bajo activo“. También está Pedro Olivares, nacido en Vicuña. Su disco debut, “lugares, personas y momentos”, fue grabado en vivo en Thelonious y allí lidera un cuarteto con dos bajos de seis cuerdas.

Olivares, de 24 años, es parte de la camada más joven que hoy está mostrando sus credenciales. Otro músico generacional es el contrabajista sanbernardino Nahuel Blanco, de 23 años, con su segundo trabajo. “Monte” fue estrenado este verano en Tromba Pomodoro, con música para quinteto con desde San Pablo, en la Región de Los Lagos, llega el trompetista de 21 años Cristián Aros, con su álbum debut “Ester”.

En un plan de hard bop puro y duro, presentó su disco el fin de semana pasado en el Teatro Nescafé de las Artes como número de apertura del trompetista brasileño Leo Gandelman.

Por Iñigo Díaz